miércoles, 15 de junio de 2011

COLABORACIONES

POR Azorín

España está enferma. Es una de las realidades más fuertes de los últimos años. Y no es por la crisis económica ni por el paro, aunque también se pueden aunar estas desgracias a la ruina intelectual, productiva y social. Se trata de perder nuestra identidad, nuestra lucha contra lo injusto y nuestro poder de entendimiento, amistad, sociabilidad y orgullo, del que hacemos gala los españoles siempre que podemos y más cuando estamos lejos de nuestras fronteras.

Tras las elecciones autonómicas y municipales se puso de manifiesto otra vez esta herida de España. El miedo vuelve a reinar en los corazones españoles, más particularmente en los vascos y navarros. Ahora ETA vuelve a estar en las instituciones dejando de forma indefensa a gente que ha dado mucho por España o que se siente español.

Y salgo a la palestra con el tema ahora, después de la resaca electoral del PP en los pasados comicios del 22 de mayo, debido a que en estas fechas se está dando lugar el traspaso de poderes en muchos ayuntamientos. Sin ir más lejos, escribir sobre esto surgió a raíz del traspaso de poderes de un pueblo vizcaíno llamado Elorrio, una localidad de unos 7500 habitantes, donde, tras los comicios del 22-M el único concejal electo del PP logró desbancar a las listas de Batasuna-Bildu del ayuntamiento, quienes contaban con el apoyo del PNV. Como una imagen vale más que mil palabras (y mas si tiene sonido y movimiento) os acerco un link para que con vuestros propios ojos podáis contemplar qué recibimiento tuvo este hombre: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=fexP45N9XOM

Antes de engañarnos con frases vaporosas y soberbias acerca de la democracia, un ejemplo muy claro con respecto a la realidad vasca lo dejó patente el antiguo líder del PNV Xabier Arzalluz que tras ser preguntado por ETA una de tantas veces, soltó la resabida frase de “Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces”, en clara referencia a que el PNV se beneficia de las atrocidades de ETA. No sé dónde entra la democracia en semejante aberración.

Tras la “legalización” de Bildu, se ha vuelto a poner de manifiesto la realidad de que España es un país enfermo. Hace unos días en un corrillo de gente hablando con una bilbaína, muy inteligente ella y consciente de la realidad global que nos rodea en el contexto de Europa, dijo tener confianza en los jueces. Y yo me pregunto, ¿qué jueces? ¿los del constitucional o los del supremo? ¿Garzón o Marlaska? A esta pobre amiga se le echaron encima todos por expresar esta idea. Creo que demasiada ingenuidad, demasiado miedo hay instaurado en España. Y todo gracias a un sistema judicial muy pobre, que deja al desvalido, al asesinado/a y al viudo/a desamparado frente al resto de la sociedad. Parece que muchas personas han preferido dejar el lado crítico a otros. O eso o que tienen miedo. Preocupante en nuestra sociedad tanto una cosa como la otra.

A este pobre concejal una mujer le instó que se “fuera a su pueblo” a lo que él le contestó en euskera “ya estoy en él”. No sé si es la contestación oportuna. Lo que sí sé es que este hombre no tuvo miedo de sus convicciones y quiso expresar su idea. Y lo más democrático de todo es que la expresó sin violencia.

La realidad es clara y su cura es difícil. Esta es la realidad de España y éste es sólo un ejemplo de entre muchos, es una situación extrapolable a cualquier desgracia que hay en el país (paro, crisis económica, vaga y mediocre clase política…). La situación se cronifica, gracias a la reinstauración del miedo y a nuestro sistema judicial. España no ha cambiado, España sigue enferma.

martes, 14 de junio de 2011

15m y algunas reflexiones


España ha vivido unos días tensos, históricos dicen algunos. Bien, puede ser cierto que haya sido introducido un nuevo concepto de revolución ciudadana gracias a la mayor arma de marketing jamás vista, las redes sociales. Miles y miles de jóvenes, adultos e incluso población anciana movilizados a través de mensajes retwitteados, reenviados y requetepegados y cortados.
Viene de un poco más lejos, aquellas movilizaciones sociales en países cuya situación social dista leguas de la española, Egipto, Libia, Túnez, Turquía…Países que salen del letargo implantado por aquellos dictadores o políticos apoltrados en sus sillones de oro, amparados ,la mayoría,  por religiones sin avance y doble lectura. Aquello ha impulsado corrientes de pensamiento que se han expandido como la pólvora por las redes de todo el mundo y que cada uno ha interpretado a su gusto. Unos para atacar a Gadafi en  Libia, véase USA, OTAN (entre ellos España)con un presupuesto de risa y una estrategia de Risk. Otros para erigirse como en la voz del pueblo y alimentar sus ideologías faltas de coherencia contemporánea.
No ha sido esta una revolución espontánea como la pintan algunos. Más bien una excusa perfecta para encajar piezas, que sin un argumento, no hubieran encajado. Un hartazgo de la política, o una mala distribución de la riqueza es el pan de cada día de cualquier ciudadano en cualquier país del mundo. Pero la cercanía de unas elecciones y un hábil sistema de comunicación han hecho el resto. La gente ha salido a la calle sin orden y sin planilla. Había un cierto sentimiento compartido y unas ganas de cambiar la situación en el ambiente, en aquellos jóvenes, jubilados, personas en paro, etc, que pasaron las primeras noches al raso, pensando que esta vez era la verdadera. Con el paso de los días la verdad se ha ido apoderando de la masa, como una nube densa; el pueblo ha sido manipulado una vez más aprovechándose de una situación desesperada, que es la que viven los más de 5 millones de parados y los españoles en general.
Mi alma estuvo en Sol un tiempo, que fue el segundo en el que la realidad aún no había hecho su aparición disfrazada de manipuladores con altavoz y masas de borregos. Estuvo un rato con aquellos que fueron con un par de huevos a manifestarse en contra del sistema que falla y enriquece a los mismos. Pasé una o dos noches en aquel Sol desbordado que con el paso de los días se ha convertido en basura y cementerio de ilusiones rotas.
Hubiera chillado, gritado y pataleado como el que más, pero no me engañaron. No a cinco días de las elecciones y gente culpable de esa situación. Aquí las notas han sido mal repartidas y las brujas mal quemadas. No he visto ningún reproche a un gobierno que ha hecho trizas el modelo de estado, acelerando su muerte y asqueando al populacho. No he visto una queja a la política económica socialista  ni la suave oposición sin ideas de Mariano Rajoy. No he visto una mísera dimisión en ninguno de los ministros que no estaban ni preparados ni con ganas de trabajar por España. Un cero a aquellos que nos han metido en esto y un diez de nuevo a los millones de españoles, que salieron a la calle o se quedaron en casa, pero que no quedan inmunes ante tanta falsedad, ignorancia e incompetencia.
España saldrá de esta, como siempre ha hecho.

miércoles, 1 de junio de 2011

un español es un español

Un español es un español. Y digo esto porque ya puede uno estar perdido en la selva amazónica, a 40 grados, intentando sobrevivir al ataque de una cobra venenosa, sin un alma alrededor más que fauna y flora, y de repente se oye un jaleo, unos arbustos removiéndose, incluso unos gritos…”¡¿oyeeeeee manolo?!Saca el mapa coño ya, qué nos hemos perdido.” No falla, país que vaya tratando de pasar desapercibido, imitando un poco la pose de europeo avanzado, me encuentro en una esquina a un grupito variopinto, alegre, gritando y parados. Unos con el mapa, otros con la gorra, pero todos con mochila, todos preguntándose : “¿para dónde tiramosssssss?” , “que en la guía no sale cojones”.
Un buen español ejerce su nacionalidad en el trabajo que sea a la hora que sea, quién no ha sido contestado en una ventanilla con un : “espera un poquito que Dolores está en  la hora del café”, tú te quedas como “¿café? Venga no me jodas si son las 9.05 y entró hace cinco minutos”, bien, da lo mismo, intento fallido; ahí se forma la cola.
Otro ejemplo, mitad de la calle más transitada de cualquier ciudad española, toma zanja, toma obra. En una obra fuera de España, te encontrarías a los obreros trabajando, con su uniforme y su capacidad. En nuestra tierra no te encuentras a nadie en la obra. Sólo un viejete puede llegar a verles si espera lo suficiente. Tras cuatro horas aparecerá un par de tios con casco, uno sin camiseta, el otro con el pitillo: “¿ qué cuanto crees que tardará esto?””pues mira, entre que traen la catenaria de Alemania, me ponen el tornillo suizo y esperamos los permisos…14 meses””cago en diez”.
Nuestros paisanos son pasionales en todos los ámbitos de su vida; si alguien se pone en huelga, unos la apoyarán y otros se opondrán hasta la médula pero a ninguno le dejará indiferente. Nos dejaremos el cuello por defender nuestras ideas y nos posicionaremos ideológicamente para un lado u otro. Eso sí , tras un rato, todo el mundo al bar a ver a la selección y tomarse una caña, con sus tapitas por Dios.
A un tipo nacido en la tierra le preguntan qué opinión le merece España y te dice de todo menos bonito, que si el paro, que si la vivienda por las nubes, que si la corrupción política, etc. Pero pasa unos meses fuera de España y te habla del sol, de la comida y de la gente. Un español es un insatisfecho por naturaleza, un quejica profesional y un cachondo de la vida. Nos podemos tomar unos días comida rápida, unas hamburguesas, tres chinos y dos kebabs pero a la semana estamos pidiendo a gritos un poquito de aceite de oliva y una buena comida de mamá.
Lo que a un español le separa de otro es la política pero no hay cosa que más una que el deporte. Si Alonso corre, Nada la pega o la selección juega una final, no va a haber ni un alma en toda la calle, ni Dios.
Un español no te critica por la espalda, te lo dice a la cara y si no te entiendes te arreglas a leches. Luego tan amigos y de copas a arreglarlo. Qué más da, si el bar lo cerrarán cuando amanezca.
Dónde estás las chicas más simpáticas y guapas del mundo, pues sí, pues españolas. Dónde se come mejor, pues claro. Dónde se vive más feliz, pues ya se sabe. Con lo malo y con lo mejor a mi España no la cambio yo por na del mundo. ¡No te digo!