domingo, 24 de diciembre de 2017

21D, la salida de la cueva o la crónica de una jornada histórica










Algunos me habéis pedido que escriba unas líneas sobre mi experiencia en la jornada electoral de las elecciones catalanas, el pasado 21 de Diciembre. He de decir, para situarnos en el contexto de la suma importancia de este día, que se necesitaba un esfuerzo extra de recursos humanos para el bloque constitucionalista, que se veía en clara desventaja en número de apoderados este día. 
La mayoría silenciada está empezando a abandonar la cueva sombría y de temores, en las que los medios de comunicación y poderes que maman de la teta del independentismo catalán les habían encerrado. Pero como bien entenderán todos, de la cueva no se sale a la luz en un día. El cuerpo humano necesita un proceso de adaptación a la luz como de un zulo se tratase.
La potencia con la que Puigdemont,Junqueras,Forcadell y compañía, han despertado a los catalanes que se sienten españoles es tal que las banderas españolas se pueden ir viendo en balcones como nunca en más de 40 años de democracia había ocurrido. 
Yo, que últimamente trabajo en Barcelona muchos días al mes, puede comprobar en mis viajes en taxis, estancias en hoteles y charlas con amigos, que algo ha cambiado en la sociedad catalana.
Por ello quería participar de apoderado en esta jornada histórica, fruto de la aplicación del ya famoso artículo 155 y la deriva suicida independentista.
Tras recoger mis credenciales me dirigí a mi colegio electoral situado en el multicultural barrio de Gracia.
El panorama era abrumador en cuanto a números...10 apoderados de ERC,4 de la antigua Convergencia,5 de la CUP y 3 de Podemos. Yo me enfrentaba, junto a mi compañera de Cs que se ausentaría por razones personales un rato después, a una jornada dura en soledad.
Tras hacerme con la distribución del colegio y saludar a los miembros de las mesas y resto de apoderados, me paré a pensar en el por qué había gente que, sin conocerme, me miraba mal. Por qué había gente que me prejuzgaba, me veían como a un enemigo por llevar un cartel de apoderado. Me estaban quitando la oportunidad de mostrarme como individuo. El nacionalismo menos comprensible explicado de la manera más simple: el individuo desparece y la masa se aborrega. 
Pude entablar conversaciones interesantes y debates profundos, siendo muy correctos conmigo en cada
momento, con dos apoderados de ERC. Fueron los únicos que decidieron aventurarse con ese chico venido de Madrid. En las antípodas ideológicas pero dos personas charlando sobre la deriva de una situación que nunca se debió provocar. Un votante, se me acercó sigiloso y me dio ánimos, una chica joven también se me acercó y me deseó suerte. Todos silenciosos, todos cómplices. Las papeletas bajaban para Cs, sobre todo en la cabina con las cortinas cerradas. En un clima como ese, muchos valientes querían chillar sigilosos, quería pelear pacíficos, querían una cataluña española. Después de charlar con varios extranjeros turistas que se acercaron a intentar entender algo de lo que estaban viendo, llegó un momento inolvidable para mí. Un señor se acercó y me dijo que le sorprendía como hablaba amigablemente con un apoderado de ERC. Me dijo que ese momento le había dado esperanza. “A todos nos une un pasado, ahora nos separan las ideas, pero en un futuro nos unirá el haber aprendido de los errores.” Contesté. El señor me dio un abrazo y se fue. 
El recuento llegó y las buenas noticias para Inés fueron llegando. No era suficiente para evitar la mayoría independentista. La ley electoral una vez más impedía la hazaña. Pero algo cambió. Cs había ganado las elecciones. Un partido constitucionalista había superado en votos y escaños a los partidos independentistas. 
Fui insultado pero también fui abrazado. Fui felicitado y me llevé a varios amigos. Desde aquí mi homenaje a todos aquellos catalanes que se están topando con la luz después de años de oscuridad. Mi homenaje a aquellos a los que la luz del sol les está despertando en una nueva cataluña española.