lunes, 18 de abril de 2011

CHECK IN NEW YORK

La ciudad no duerme, sale de fiesta con traje largo y tacones a lo Sexo en Nueva York. Al terminar la noche, sin apenas quitarse el maquillaje, coge el coche y se lanza a las calles invadidas por turistas, taxis y buses turísticos. Con la tarde entrando por la bahía de Manhattan, la City se prepara para la llegada de una nueva noche sin un local cerrado o una calle solitaria, sí… ¡Bienvenido a New York City!
No es el JFK airport un aeródromo cualquiera. Sus masificadas terminales le dan un aspecto de macrocomplejo hotelero. Su historia de terrorismo reciente le da un halo de santuario de homenaje a todos ellos que perdieron la vida por la sinrazón. Un acento yankee con deje americano recibe a los primerizos en USA, y un escrutinio exagerado acompaña tu paso por la aduana. Una pregunta inocente como es ¿A qué ha venido usted a los Estados Unidos? puede hacer sudar hasta al más pintado, y un mini-interrogatorio hábil y nada improvisado, te hace pedir clemencia  y el pasaporte de vuelta.
Nueva York tiene el aspecto de ciudad embudo por el que te deslizas sin freno, una sensación de tráfico fluido según te acercas y grandes carreteras, pero que a medida que el centro se aproxima con sus impresionantes rascacielos, te hace sentir inmensamente pequeño y agobiado, con un acusado incremento de la circulación.
Hablar sobre los neoyorquinos es abarcar un amplio grupo de gente, razas y religiones. Abundan los indios, judíos, afroamericanos y árabes, rubios, morenos y , por supuesto, asiáticos. Una aldea universal y cosmopolita que es abierta y simpática en rasgos generales. Es un clima de buen rollo que aporta la cuidad desde el primer minuto. Ayuda conocer los nombres de cada ciudadano gracias a la inseparable taza de Starbucks que les acompaña a cualquier momento del día.
Sus hoteles son céntricos y bien equipados para el turismo, su transporte es  viejo pero bien repartido. Su metro, un caso aparte. Complicado y no bien cuidado, abarca la ciudad entera , y no es difícil, en un descuido, abandonar la isla de Manhattan hacia Brooklyn a través de su famoso  puente. Sus bien conocidos taxis conducen a la carrera como si les fuera la vida en ello, una mano en el volante, la otra bien cerca de la bocina.
La ciudad del shopping y el amor por la moda, hace de la quinta avenida su pasarela predilecta. Las grandes marcas tienen sus sedes inmensas y bien protegidas por gorilas de discoteca. Un clima elitista que quiere ser selecto, se respira en cada esquina bien definida del mapa de la City. Su perfecta geografía de avenidas y calles hacen sus paseos agradables y sin pérdida. La única pega, que es causa de más de un guión Hollywoodiense, es los encontronazos que se dan en cada esquina, entre los que esperan pacientes ( o no tanto), al semáforo y los que se aventuran entre ellos buscando la otra acera.
Su gastronomía es mundial, italianos, chinos, árabes, mexicanos, mezclas y sus famosos puestos de perritos que inundan cada esquina a precio rentable. Quizás por eso,  el olor a comida es perenne.
La ciudad se da un respiro con su colosal pulmón en pleno Nueva York, el Central Park ofrece esa desconexión que parece imposible. Es éste un parque respetado y bien cuidado que no sólo ofrece paseos, bicicletas y hasta un zoo, sino que ha sido meca del cine y escenario de grandes momentos . La imagen saludable que desprende este parque, choca frontalmente con las humeantes alcantarillas por toda la urbe. No es una leyenda, es completamente cierto, ¿qué se cuece bajo Nueva York?
Son de obligada visita la Estatua de la Libertad, Times Square, Broadway,  el edificio Chrysler y  su Empire State, edificio más alto y buque insignia después del 11-S, que no hizo más que agrandar una ciudad orgullosa y abierta que ha salido adelante con clase y esfuerzo. No es la zona cero un sitio de recreo o merecedor de una foto, pero sí sobrecoge sentirlo y merece una reflexión y un respeto.
De obligada visita Nueva York, ciudad que te envuelve en su magia con su sonrisa y un hasta pronto.


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